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Alimentación vegetariana

En el Yoga se considera muy importante cuidar el cuerpo y mantenerlo en un estado de salud y equilibrio lo más estable posible. No se trata de un culto al físico, sino de favorecer el buen funcionamiento de nuestra maquinaria biológica. Es a través del cuerpo que nuestra mente adquiere experiencia y se relaciona con el mundo, ya sea conociendo mediante las percepciones sensoriales o expresándose por medio de nuestros órganos motores.

En síntesis, un cuerpo que funciona mal es un obstáculo para la correcta expresión y el desarrollo de la mente. Desde esta perspectiva, una de los pilares para el cuidado corporal es la alimentación adecuada.


Los fundamentos

Existen diferentes motivos para seguir una alimentación vegetariana, algunas personas lo hacen por razones de salud, otras por creencias religiosas, por convicciones éticas, por hábitos culturales, etc.

En el Yoga hay dos razones fundamentales para seguir este tipo de alimentación:

  • 1) Potenciar los efectos positivos que produce el alimento en el cuerpo y en la mente.
  • 2) Respetar el principio ético de no causar daño ni sufrimiento de manera intencional.

Las fuerzas naturales

Para compreder el punto número uno es necesario explicar muy brevemente uno de los fundamentos metafísicos del Yoga. De acuerdo a esta cosmovisión, la energía creadora universal (sakti) se manifiesta en forma de tres fuerzas naturales que están presentes en todo el universo. En sáscrito se las llama sattva, rajas y tamas, palabras que se pueden traducir -de manera aproximada- como sutil, cambiante y denso, respectivamente.

Sattva se manifiesta en la serenidad, la pureza, lo etéreo, la liviandad y la claridad. En nuestra psiquis favorece los pensamientos y sentimientos espirituales, nobles, altruistas y benevolentes. Se asocia con el blanco.

Rajas produce cambio, movimiento, inestabilidad, inquietud, duda. Se manifiesta en los sentimientos apasionados, violentos, extemos o exagerados. Se asocia con el color rojo.

Tamas prevalece en lo oscuro, pesado, denso, inmóvil, inerte y descompuesto. Se asocia con el negro y genera pensamientos y sentimientos egoístas, negativos, paralizantes, retrógradas y primitivos.

Todas las prácticas del Yoga buscan favorecer la influencia de sattva en el cuerpo y en la mente y disminuir los efectos de rajas y, muy especialmente, de tamas. Siguiendo este criterio, a los alimentos se los clasifica en sátuicos, rayásicos y tamásicos (palabras latinizadas fonéticamente), o sutiles, dinámicos y densos.

En síntesis, se recomienda evitar los alimentos tamásicos, reducir los rayásicos e ingerir fundamentalmente alimentos sátuicos o sutiles.


Los alimentos

Tamásicos: carnes de cualquier origen, alimentos rancios o en descomposición, drogas, tabaco, alcohol, ajo, cebolla y sustancias de cualquier origen que dañen el cuerpo o alteren la mente. Los productos tamásicos afectan negativamente al cuerpo y a la mente. Se los debería evitar como alimento, aunque no es contrario a la dieta del Yoga usarlos como medicina, en caso de que sea necesario.

Rayásicos: todas las sustancias estimulantes, como el té, el café, el chocolate, el mate y los productos químicos o naturales que producen, momentáneamente, intranquilidad, alerta y mayor actividad física y mental. Se sugiere consumir estos productos en pocas cantidades o evitarlos. Consumidos en exceso tienen efectos tamásicos.

Sátuicos: casi todos los vegetales, salvo los que se consideran tamásicos o rayásicos, por los motivos ya explicados. La dieta principal de una persona que practica Yoga regularmente debería ser sátuica, en base a cereales, legumbres, verduras crudas y cocidas, frutas, semillas y frutos secos. La alimentación tradicional del Yoga incorpora productos lácteos y miel, pero no es contraria al estilo de alimentacion vegana.


Acerca del veganismo

En los últimos años se popularizó el estilo de vida vegano, cuyo fundamento es, básicamente, no explotar de ninguna manera a los animales ni causarles ningún sufrimiento para nuestro propio beneficio. Por ese motivo la alimentación vegana no incluye ningún alimento de origen animal.

La alimentación yóguica, por otro lado, solemente incluye los lácteos y la miel como productos de origen animal. El Yoga, que es mucho más antiguo que el veganismo (el término original "vegan" es del año 1944), enseña también que no se debe causar daño ni sufrimiento, conscientemente, a ningún ser viviente. ¿Por qué entonces acepta el consumo de lácteos? Para responder esta pregunta, hay que ubicarse en el tiempo, el lugar y la sociedad en los que surgieron estas enseñanzas.

En Oriente, el consumo de leche animal (no solamente de vaca) es milenario y, en algunos casos, la leche es una parte muy importante de la dieta, debido a la escasez de otros recursos. Los contextos en los que se desarrollaron el Yoga y el veganismo son muy diferentes, por eso es difícil establecer una comparación directa. Esta dificultad es mayor si por una lado tomamos las muy antiguas enseñanzas tradicionales del Yoga, y por el otro la relativamente moderna visión del veganismo.

Por otro lado, es obvio que la leche de la que hablan algunos textos antiguos de Yoga no es la producida en un tambo industrial moderno, más allá de que siempre se trate de la utilización de los animales en provecho del ser humano. La situación de una vaca, una cabra u otro animal productor de leche criado al estilo "antiguo", en un entorno más natural y con mayor libertad de movimiento y de contacto con sus pares, dista mucho del trato inhumano y cruel que reciben esas mismas especies en los establecimientos industriales actuales.

La alimentación vegana es compatible con el Yoga, siempre y cuando se tengan en cuenta los principios básicos para alimentarse en forma equilibrada y saludable.


No dañar

No causar daño conscientemente (ahimsa, en sánscrito) es el principio ético básico del Yoga. Para explicar la relación entre ahimsa y la dieta debemos mencionar que en la cosmovisión del Yoga se considera que la conciencia está presente en todo lo que existe, pero está expresada o evidenciada en diferentes grados. Los seres humanos tenemos una expresión de conciencia mayor que los animales, y en éstos esa expresión es mayor que en los vegetales. En los minerales la conciencia está prácticamente inexpresada, en estado latente.

Los humanos no podemos alimentarnos exclusivamente de minerales, necesitamos ingerir sustancias orgánicas, provenientes de seres con vida. El equilibrio entre esta necesidad y ahimsa es que para alimentarnos deberíamos tomar la vida de los seres con menor desarrollo de conciencia, como los vegetales, y evitar matar animales, que tienen más conciencia, más sentido del ego y mayor capacidad de sentir dolor, miedo y sufrimiento emocional.


En la práctica

Nos alimentamos para nutrir nuestro cuerpo y preservarlo de la mejor manera posible. El Yoga agrega a esto la importancia de los efectos mentales de la comida y la repercusión que el acto de alimentarnos tiene en otros seres vivos, de los cuales dependemos. Sin embargo, esta no es una postura dogmática ni terminante, porque alimentarse no es un fin en sí mismo. La finalidad es la preservación de nuestra vida, con el mayor beneficio físico y mental. La dieta vegetariana es la más apropiada, siempre que sea posible. Si nuestra vida o nuestra salud se encuentran en riesgo, lo mejor es tener una actitud racional y equilibrada hacia la comida, sin caer en fanatismos o dogmas que, además de ser perjudiciales, son siempre contrarios a la visión del Yoga.


Cambio de dieta

La transición hacia una dieta de vegetales es bastante sencilla, siempre y cuando se tenga la información apropiada. En la Escuela Uttama ofrecemos asesoramiento gratuito a todas las personas interesadas en adoptar o mejorar una dieta vegetariana.

A quienes padecen de alguna enfermedad, o están siguiendo algún tratamiento, les sugerimos siempre consultar con el médico antes de realizar cualquier cambio en la alimentación.


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